miércoles, 16 de diciembre de 2009

Aprendemos a vivir con nuestros sentimientos

Nuestro ritmo de vida va demasiado rápido. ¿Te has parado hoy 3 minutos a hacerte consciente de tus sentimientos y emociones? 

Pasamos la mayor parte de nuestra vida ajenos a nuestros sentimientos. ¿No nos estaremos deshumanizando así?  Tocar el pulso de mi corazón, darme cuenta de lo que está pasando ahora mismo en mi ser, darme el permiso de tener una emoción positiva, aprender a convivir con un sentimiento negativo... 

Muchos de nosotros hemos necesitado cerrar nuestra parte emocional por distintas razones. Muchas veces por el ritmo de vida acelerado, otras veces para sobrevivir por el dolor, quizás por ignorancia - nadie me enseñó a vivir con sentimientos -, la mayoría de las veces porque nadie me dijo como expresarlos, cada uno tiene sus razones.  Pero con ello hemos cerrado esa parte de nosotros que siente coraje, tristeza, miedo, alegría, amor, satisfacción, etc.  

Muchos de nosotros vivimos en entornos que rehusa a expresar sentimientos por verlo como signo de debilidad, a veces nos han avergonzado con bromas o expresiones por mostrarme como soy, etc.  Pero he de saber que quienes reprimen a otros - bajo cualquier forma - es por que reprimen los propios.

Aprendemos a vivir con nuestros sentimientos. Hablamos del principio espiritual de la aceptación propia, de la tolerancia de uno mismo. Si no no me acepto tal como soy ¿cómo voy a aceptar a los demás?  Está bien reconocer y aceptar nuestras emociones.  No necesitamos reprimirlas rígidamente. La visión del hombre desde la antigüedad ya veía la conexión del centro emocional del hombre con el bienestar físico y la espiritualidad.  

Los grandes Maestros de la vida espiritual siempre tuvieron una idea del hombre integradora: sarx (carne: la dimensión corporal), psije (alma: la dimensión de la inteligencia, la voluntad y las emociones) y pneuma (espíritu: la dimensión espiritual como apertura a Dios). Tres partes en una misma persona.  Tres partes a cuidar y alimentar.  Tres partes a las que necesito dar atención. Tres partes tan vinculadas la una a la otra en una conexión profunda que la carencia en una afecta a las otras dos.

Reconocer y aceptar mis emociones no significa dejarme controlar por ellas. Sentir la ira por una situación es bueno pues me indica, por ejemplo, que no acepto la injusticia; pero no por ello actúo con hostilidad.  La invitación está en reconocer y aceptar ese sentimiento, no es malo.  Lo que me haría un daño irreparable es actuarlo.  Lo mismo pudiera pasar con un sentimiento positivo, es decir, no porque hoy experimente mucha felicidad iré por la calle dando besos a todo el mundo. No puedo dejar que los sentimientos me controlen los actos de forma compulsiva.  Por eso es tan importante pararse y ponerse en contacto con uno mismo. Tomar conciencia de lo que pasa por dentro y aprender a vivir con ese sentimiento, pues así como vienen, los sentimientos también se van. Los sentimientos no so definitivos.

2 comentarios:

  1. Qué buena reflexión! Todas estas cosas las deberían enseñar en el cole. Cuánto de sufrimiento nos hubéramos ahorrado algunos si nos los hubieran contado así. Thx!

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