Si hacemos una mirada hacia atrás sobre nuestra historia, y vemos los cambios que ya han tenido lugar en nuestra vida, nos damos cuenta que la mayoría de ellos han sido para nuestro bien (para un poco y piensa en algunos de ellos). Puede que hayamos tenido miedo en dejar atrás un trabajo, una relación, una ciudad, un ser querido, etc. y pensáramos que nos moriríamos sin ello, pero mas adelante descubrimos que no nos morimos, que la vida continuaba y que con el tiempo encontramos un mayor incentivo, una mayor felicidad, o una mayor satisfacción personal.
Tenemos que entendernos y tener paciencia y mucha comprensión con nosotros mismos: el hombre, siempre, delante de los cambios tiende a aferrarse a lo ya conocido y trata de no soltarlo. Incluso lo mas difícil no es solo aceptar un cambio de algo externo, como antes mencionábamos, sino incluso un cambio interno, una forma de pensar, dejar atrás un juicio, una actitud de vida que choca con el camino que voy haciendo. Si siempre he vívido queriendo saber que pasos he de dar en el futuro, me costara aprender a vivir el "solo por hoy"; si tengo una idea preconcebida de como debe de ser una relación y me enamoro de alguien que se sale de mis expectativas, me costara hacer el cambio interior de soltar mis expectativas para estar abierto a algo nuevo desconocido; si suelo inconscientemente hacerme la víctima quejandome de la vida, me costara aprender a vivir en una actitud agradecida por aquello que aparentemente no esta a mi favor, etc.
En todas estas situaciones de cambio, aprendemos a aceptarlos con serenidad y con confianza, pues empezamos a descubrir que hay un Poder mas grande que nosotros quien conduce nuestra vida para mejor; aprendemos a poner nuestra confianza en un Dios que busca el mayor bien para nuestra vida. Cuanto mas confiamos que es Dios quien conduce nuestra vida y le dejamos actuar, mas confiaremos que estos cambios son para mejor. Aprendemos que la fe reemplazará al miedo, y se afianzará en nuestro corazón que todo saldrá bien. Aprendo a descubrir que hay un Dios que lleva y conduce mi vida con mucho amor, y decido confiar en El que sabe exactamente lo que necesito y cuando lo necesito.
Hoy aprendo a aceptar los cambios que están ocurriendo en mi vida... He de confiar que no estoy solo.
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