viernes, 20 de enero de 2012

Hoy aprendemos a sonreir

Sonríete hasta que notes que tu constante seriedad y severidad se hayan desvanecido. Sonríete hasta entibiar tu propio corazón ¿Será la sonrisa un símbolo de alegría?, ¿y la alegría es capaz detransformarlo todo?,
Es como un tesoro inacabable que mientras más da, más se llena. Quien muestra una sonrisa, transpira alegría, atrae y nunca deja las cosas igual. Todos queremos, es más, buscamos estar con quien nos anima y estimula, buscamos a las personas alegres y que siempre tienen en su rostro una sonrisa. Puede ser que la vida nos trate mal, pero el estar con personas alegres es siempre un descanso en la montaña de la vida. Y cuando esas personas se apartan, dejan un hueco profundo en el alma y se van de la historia dejando en herencia un mundo mejor.
Basta una leve sonrisa en tus labios para levantar el corazón, para mantener el buen humor, para conservar la paz del alma, para ayudar a la salud, para embellecer la cara, para despertar buenos pensamientos, para inspirar generosas obras. Enséñate a sonreír, estudia la maestría de la sonrisa y demuéstrale a los sabios e intelectuales de este mundo, que aquíestá el verdadero arte de vivir, el verdadero arte de ser feliz, en definitiva, la presencia de Dios en tu alma.
Sonríete hasta que notes que tu constante seriedad y severidad se hayan desvanecido. Sonríete hasta entibiar tu propio corazón con ese rayo de sol; irradia tu sonrisa: esa sonrisa tiene muchos trabajos que hacer,ponla al servicio de Dios.
¿Porqué no convertirte en repartidor de una sonrisa ahora? la sonrisa es tu instrumento, la caña para pescar corazones y hacerlas felices. Te dará el encanto especial que necesitas para transmitir a los otros ese bien. Sonríe a los tristes. Sonríe a los tímidos. Sonríe a los amigos. Sonríe a los jóvenes. Sonríe a los ancianos. Sonríe a tu familia. Sonríe en tus penas. Sonríe en tus pruebas. Sonríe en tus soledades. Sonríe por amor a Jesús. Sonríe por amor a las almas. Deja que todos se alegren con la simpatía y belleza de tu cara sonriente. Cuenta, si puedes, el número de sonrisas que has distribuído entre los demás cada día; su número te indicará cuántas veces has promovido alegría, satisfacción, ánimo o confianza en el corazón de los demás. Estas buenas disposiciones siempre son el principio de obras generosas y actos nobles. La influencia de tu sonrisa obra maravillas que tú ignoras. Tu sonrisa puede llevar esperanza y abrir horizontes a los agobiados, a los deprimidos, a los descorazonados, a los oprimidos y a los desesperados. Tu sonrisa puede ser el camino para llevar a otros a sonreir tambien.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Aprendemos a aceptar con serenidad y confianza los cambios

A lo largo de la vida te das cuenta que los cambios son inevitables. La vida conlleva cambios, tanto grandes como pequeños. Lo interesante es descubrir que aunque aceptamos este hecho de forma intelectual, la verdad es que nuestra reacción inicial al cambio conlleva algo de miedo: miedo a la inseguridad, miedo a lo desconocido, miedo a perder el control, miedo a salir de mi "comfort zone", miedo a lo que pueda venir en el futuro, etc. Y, cierto es, que a veces nos dejamos llevar por la autocompasión que nos lleva a suponer que todos y cada uno de los cambios a los que nos enfrentamos van a perjudicarnos y hacernos sufrir, pero esto ya es distorsionar la realidad de antemano.

Si hacemos una mirada hacia atrás sobre nuestra historia, y vemos los cambios que ya han tenido lugar en nuestra vida, nos damos cuenta que la mayoría de ellos han sido para nuestro bien (para un poco y piensa en algunos de ellos). Puede que hayamos tenido miedo en dejar atrás un trabajo, una relación, una ciudad, un ser querido, etc. y pensáramos que nos moriríamos sin ello, pero mas adelante descubrimos que no nos morimos, que la vida continuaba y que con el tiempo encontramos un mayor incentivo, una mayor felicidad, o una mayor satisfacción personal.

Tenemos que entendernos y tener paciencia y mucha comprensión con nosotros mismos: el hombre, siempre, delante de los cambios tiende a aferrarse a lo ya conocido y trata de no soltarlo. Incluso lo mas difícil no es solo aceptar un cambio de algo externo, como antes mencionábamos, sino incluso un cambio interno, una forma de pensar, dejar atrás un juicio, una actitud de vida que choca con el camino que voy haciendo. Si siempre he vívido queriendo saber que pasos he de dar en el futuro, me costara aprender a vivir el "solo por hoy"; si tengo una idea preconcebida de como debe de ser una relación y me enamoro de alguien que se sale de mis expectativas, me costara hacer el cambio interior de soltar mis expectativas para estar abierto a algo nuevo desconocido; si suelo inconscientemente hacerme la víctima quejandome de la vida, me costara aprender a vivir en una actitud agradecida por aquello que aparentemente no esta a mi favor, etc.

En todas estas situaciones de cambio, aprendemos a aceptarlos con serenidad y con confianza, pues empezamos a descubrir que hay un Poder mas grande que nosotros quien conduce nuestra vida para mejor; aprendemos a poner nuestra confianza en un Dios que busca el mayor bien para nuestra vida. Cuanto mas confiamos que es Dios quien conduce nuestra vida y le dejamos actuar, mas confiaremos que estos cambios son para mejor. Aprendemos que la fe reemplazará al miedo, y se afianzará en nuestro corazón que todo saldrá bien. Aprendo a descubrir que hay un Dios que lleva y conduce mi vida con mucho amor, y decido confiar en El que sabe exactamente lo que necesito y cuando lo necesito.

Hoy aprendo a aceptar los cambios que están ocurriendo en mi vida... He de confiar que no estoy solo.

martes, 13 de septiembre de 2011

Aprendemos a crecer de forma consiente

La madurez es un camino que pide un constante esfuerzo consciente de llevar acabo actos que me ayuden a crecer.

Me doy cuenta como mi mente se llena en el día día de una lista sin fin de cosas a hacer. Muchas veces movido por las necesidades que surgen, otras veces movido por mis propios deseos, y también por cosas que hay que ir planificando. En medio de todo esto es muy fácil dejarse conducir por los acontecimientos sin prestar atención o ser consciente de que lo que estoy haciendo me hace bien.

Es muy distinto salir al encuentro de una persona que me necesita y sin mas le presto ayuda para luego continuar con mis quehaceres; a hacer un acto consciente de amor prestando toda atención a lo que en ese momento esa persona requiere de mi, poniendo mi mente, corazón y fuerzas. Quizás el tiempo que me lleva ese acto es el mismo en ambas situaciones pero la vivencia interior es muy distinta. En la primera vivo en el "hacer"; en la segunda vivo en el "ser". En la primera hay un acto consciente de decisión de hacer algo en ese momento que surge de la necesidad o de lo planificado; en la segunda vivo en una actitud consciente de querer plasmar en actos unos determinados valores que se enraízan en lo profundo de mi ser. Si en la oficina un compañero me pide ayuda o si en la calle una señora mayor necesita de una mano para cruzar, es distinto salir al encuentro del otro movido por la necesidad (motivación que nace desde fuera), a salir al encuentro del otro por una decisión interior consciente de querer hacer un acto de amor (motivación que nace desde dentro), fruto del deseo de querer vivir mi día a día en actos de amor.

Los grandes maestros de vida espiritual de la historia ya decían que el amor no es un sentimiento, sino un acto consciente de la voluntad. Esta definición es una puñalada a la mentalidad actual.

La vida madura, crece y se transforma en la medida que valores y actos se entrelazan por decisiones conscientes, es decir, que los valores enraizados en mi ser se van plasmando de forma consciente en actos, y la practica consciente de estos actos hacen simultáneamente que los valores configuren mi vida. De esta forma se va desarrollando una riquísima vida interior.

martes, 30 de agosto de 2011

Aprendemos a progresar

Hoy aprendo a seguir mejorando en todo lo que puedo. Dar de mi lo mejor. Si lo puedo dar todo, soltarlo y dar gracias; pero si lo que doy no es suficiente, admitirlo y soltarlo también de nada sirve el hecho de autocastigarse. Mañana comienzo de nuevo y lo vuelvo a intentar. El camino es el de progresar y crecer cada día un poco mas. Pequeñas metas hacen un gran camino. Hoy no pretendo ser perfecto, tenerlo todo alcanzado... este es el camino al fracaso.

Tengo que hacer un camino de buscar la plenitud desde donde yo estoy. Buscando los grandes valores de la honestidad, la gratitud, el amor, la rectitud de intención, etc. Quizás hoy no llegue a todo, quizás hoy no se pueda alcanzar todo... Pero no dejo de fijar los ojos en la meta.

Necesito de Dios para caminar. Estos retos, los grandes propósitos para crecer, renovados día a día son mucho esfuerzo para hacerlo solo. Dios da la fuerza, es ese Poder Superior que alimenta, que sostiene la fuerza humana allá donde uno ya no llega. Dios me conduce en la progresión diaria de mi crecer como persona hacia la plenitud.

Hoy aprendo a progresar y no a ser perfecto

martes, 30 de noviembre de 2010

Aprendemos que la honestidad es la base para alcanzar la verdadera intimidad

Todos deseamos una verdadera y sana intimidad en nuestras vidas y relaciones personales. Intimidad es compartir con otra persona nuestros pensamientos y sentimientos más profundos; el engaño es pensar que la intimidad es sólo el contacto físico o incluso sexual. La verdadera intimidad proporciona a la relación interpersonal un profundo cariño y compañía que todos profundamente anhelamos, pero también hay que decir que esto no llega sin esfuerzo.

Por mucho tiempo, aprendimos a guardarnos de los demás, a poner barreras para que no amenazaran nuestras actitudes egoístas y cómodas. No sabíamos que la actitud de justificarnos de nuestras conductas egocéntricas delante de los demás nos estaba separando de ellos… aún así nos creíamos en la posesión de la verdad, y todo para no hacer el esfuerzo de reconocer que podíamos estar equivocados. El resultado era la falta de una verdadera intimidad con las personas.

Ahora, en este proceso de madurez y crecimiento, aprendemos a confiar en las personas. La verdadera intimidad exige bajar la guardia, bajar las defensas, dejar de justificarse, y admitir con humildad que mi postura puede ser muy egoísta. Para sentir la verdadera intimidad que produce la intimidad, debemos permitir que los demás se acerquen a nosotros, a nuestro verdadero ‘yo’.

Ahora bien, si hemos de compartir lo más profundo de nuestro ser con los otros, primero debemos tener una idea de cómo somos realmente en nuestro interior. Este es el verdadero precio que hemos de pagar: aprendemos a examinar nuestra vida con regularidad para averiguar quién soy, qué quiero o cómo me siento. El principio espiritual que aplicamos es el de la HONESTIDAD conmigo mismo y con los demás. Así aquello que voy conociendo interiormente de mis mismo es aquello que comparto con los demás, sin doblez, sin falsedad. Indudablemente, la verdadera intimidad se alimenta desde la honestidad.

Sinceramente, siempre habíamos deseado la intimidad, pero la buscamos en caminos erróneos, pues no imaginábamos que debíamos de pasar por un esforzado camino de honestidad. El autoexamen que la intimidad requiere puede ser un trabajo duro, y la honestidad que implica muchas veces trae complicaciones; pero el resultado de liberarnos del aislamiento de la soberbia y la soledad del egoísmo, bien vale un esfuerzo. Ahora bien, lo primero no llega sin lo segundo, es decir, una verdadera intimidad entre dos personas no llega sin la honestidad mutua.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Aprendemos a valorar el momento presente

La invitación es la de aprender a “vivir aquí y ahora”. Cuantas veces hemos oído que gastamos muchas energías en pensar en el pasado y soñar con el futuro. A veces en positivo, añoramos que bueno fue el pasado o fantaseamos con un mejor futuro. Otras veces en negativo, pasando tiempo arrepentidos de algo que hice en el pasado o anidando miedos frente a lo que pueda pasar en el futuro.

Necesitamos pararnos y pensar en el presente. Ayer pasó, mañana no existe. Solo tengo el presente, la realidad está en el presente. Este momento presente es donde tengo que estar, es lo que tengo que aprovechar, es lo que tengo y por lo tanto es lo mejor que me puede pasar.

Uno se puede preguntar: ¿cómo puedo hacer de este momento lo mejor que me puede pasar cuando no estoy contento con lo que me rodea? La respuesta está en la confianza con el flujo de la vida. Aprender a confiar en que la vida no te está tratando mal, sino que hay gran bondad en ella. El principio espiritual que aprendemos es la CONFIANZA. Tengo que confiar en el flujo amoroso de la vida, y por ello dejar que lo que tenga que acontecer acontezca, en vez de forzar o tratar de controlar los acontecimientos.

Aprender a confiar me enseña a vivir en plenitud el presente, los acontecimientos del momento. El momento presente es lo mejor que hoy me puede ocurrir, es lo que era necesario que pasara. Nunca cambiaremos las cosas evadiéndonos del momento presente; pero si cambiaremos las cosas aceptándolas tal como se presentan.

Necesito desarrollar la confianza de que hay Alguien que cuida de mi y sabe lo que más conviene. No puedo dudar que la vida es buena conmigo, y por lo tanto llegar a creer que esta circunstancia que hoy ocurre es lo mejor que ahora me puede pasar. Quizás no lo entienda, quizás incluye sufrimiento, quizás haya dolor y no lo quiero en mi vida. O, por el contrario, quizás hay mucha felicidad y tengo miedo que se desvanezca. Vivir el presente es aprender a no controlar: si hay dolor… no pasa nada que experimente el dolor, es parte de la vida y conlleva su aprendizaje (quizás me lleva a madurar). Si hay felicidad siéntela en plenitud es parte de la vida y conlleva su aprendizaje (quizás me fortalece para el futuro). Esto es lo que ahora toca. Hay momentos más fáciles de aceptar que otros, pero ni uno ni lo otro se ha de quedar permanentemente. ¿Qué sería controlar? Querer evitar el dolor, no aceptarlo y querer huir o forzar la situación para hacerla cambiar; o por el contario querer atrapar la circunstancia que me da la felicidad, no dejándola fluir, pero por miedo a que se acabe.

Si te sientes enfadado, está bien. Si hay sufrimiento, no es malo sentir el malestar. Si estas esperando una respuesta, aprende a esperar. Si tienes una responsabilidad que hacer, ponte manos a la obra. Confía que estas donde tienes que estar, puesto que vivir el presente plenamente me dará las claves que me abran las puertas para saber vivir mañana.

jueves, 7 de enero de 2010

Aprendemos a tener Tiempo Para Mi (TPM)


Solo por hoy me tomaré media hora de calma para mi mismo.

Pararse, quedarse quieto, encontrarse a sí mismo, decidir no "hacer" cosas sino "estar" con uno mismo, descansar interiormente... Todo esto suena muy interesante, en verdad es lo que anhelamos profundamente, suena hasta maravilloso... Y me doy cuenta que parece tan sencillo hasta que intenté ponerlo en práctica. Solo cuando lo intenté me di cuenta que me resultaba dificilísimo.  

¿Pasar un rato a solas conmigo? Me parecía casi imposible, así que empecé con cinco minutos, después diez, luego veinte y finalmente treinta... el cuerpo me iba pidiendo más, el espíritu anhelaba más... llegó un momento que cinco minutos se me hacía demasiado corto, parece que mi corazón no quedaba satisfecho.

Ahora he aprendido a tomarme en serio un Tiempo Para Mi (TPM).  Treinta minutos, lejos de mis ocupaciones habituales ya no es imposible, sino que se ha convertido en parte de mi horario. El principio espiritual que aplicamos es el de cuidar de la vida interior.

El TPM de cada día va calando hondo y va dando grandes beneficios en mi vida, aunque he de reconocer que hay días que quiero tirar la toalla.  La pereza y los otros "que-haceres" se imponen y reclaman su tiempo. Pero cuando me lleno de excusas para dejar de practicar el TPM, solo tengo que ver los beneficios que me ha estado aportando a mi vida y salud espiritual, como me devuelve la paz, me deja tener un mejor sano-juicio, me permite ver aquello que antes lo pasaba desapercibido, me ayuda a vivir agradecido... y delante de todos estos beneficios no puedo hacer más que retomar de nuevo la práctica del TPM.

El TPM es ese tiempo conmigo mismo, gran parte del cual lo dedico a orar, meditar y buscar el contacto con mi Dios-Amor.  Como resultado he aprendido a tolerar y aún disfrutar de mi propia compañía.  Según pasa el tiempo, me doy cuenta que el TPM se ha hecho una necesidad, cada día necesito esta media hora para reflexionar sobre la perspectiva de mi vida. Al sentarme con tranquilidad en medio del alboroto y ajetreo de cada día, descubro que no estoy solo.  Si me tomo mi tiempo, mi Dios se comunica, Su presencia se hace sentir.

Hay días que si media hora es mas de lo que puedo tomar, entonces no me agobio, el tiempo que me tome, cualquiera que sea, será suficiente.  Cualquier tiempo que me dedique a mi mismo será un paso adelante.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Aprendemos a vivir con nuestros sentimientos

Nuestro ritmo de vida va demasiado rápido. ¿Te has parado hoy 3 minutos a hacerte consciente de tus sentimientos y emociones? 

Pasamos la mayor parte de nuestra vida ajenos a nuestros sentimientos. ¿No nos estaremos deshumanizando así?  Tocar el pulso de mi corazón, darme cuenta de lo que está pasando ahora mismo en mi ser, darme el permiso de tener una emoción positiva, aprender a convivir con un sentimiento negativo... 

Muchos de nosotros hemos necesitado cerrar nuestra parte emocional por distintas razones. Muchas veces por el ritmo de vida acelerado, otras veces para sobrevivir por el dolor, quizás por ignorancia - nadie me enseñó a vivir con sentimientos -, la mayoría de las veces porque nadie me dijo como expresarlos, cada uno tiene sus razones.  Pero con ello hemos cerrado esa parte de nosotros que siente coraje, tristeza, miedo, alegría, amor, satisfacción, etc.  

Muchos de nosotros vivimos en entornos que rehusa a expresar sentimientos por verlo como signo de debilidad, a veces nos han avergonzado con bromas o expresiones por mostrarme como soy, etc.  Pero he de saber que quienes reprimen a otros - bajo cualquier forma - es por que reprimen los propios.

Aprendemos a vivir con nuestros sentimientos. Hablamos del principio espiritual de la aceptación propia, de la tolerancia de uno mismo. Si no no me acepto tal como soy ¿cómo voy a aceptar a los demás?  Está bien reconocer y aceptar nuestras emociones.  No necesitamos reprimirlas rígidamente. La visión del hombre desde la antigüedad ya veía la conexión del centro emocional del hombre con el bienestar físico y la espiritualidad.  

Los grandes Maestros de la vida espiritual siempre tuvieron una idea del hombre integradora: sarx (carne: la dimensión corporal), psije (alma: la dimensión de la inteligencia, la voluntad y las emociones) y pneuma (espíritu: la dimensión espiritual como apertura a Dios). Tres partes en una misma persona.  Tres partes a cuidar y alimentar.  Tres partes a las que necesito dar atención. Tres partes tan vinculadas la una a la otra en una conexión profunda que la carencia en una afecta a las otras dos.

Reconocer y aceptar mis emociones no significa dejarme controlar por ellas. Sentir la ira por una situación es bueno pues me indica, por ejemplo, que no acepto la injusticia; pero no por ello actúo con hostilidad.  La invitación está en reconocer y aceptar ese sentimiento, no es malo.  Lo que me haría un daño irreparable es actuarlo.  Lo mismo pudiera pasar con un sentimiento positivo, es decir, no porque hoy experimente mucha felicidad iré por la calle dando besos a todo el mundo. No puedo dejar que los sentimientos me controlen los actos de forma compulsiva.  Por eso es tan importante pararse y ponerse en contacto con uno mismo. Tomar conciencia de lo que pasa por dentro y aprender a vivir con ese sentimiento, pues así como vienen, los sentimientos también se van. Los sentimientos no so definitivos.

jueves, 22 de octubre de 2009

APRENDER A SOLTAR, COMO PARTE DEL CRECIMIENTO


 Imagina que estas frente a una gran escalera, esta junto a ti esa persona que es importante para ti (novio, esposo, amigo, etc.), y están fuertemente tomados de la mano.

Mientras estáis en el mismo nivel, todo está perfecto, es disfrutable. Pero de pronto, tu subes un escalón, pero esa persona no, esa persona prefiere mantenerse en el nivel inicial, ok, no hay problema, es fácil aun así estar tomados de las manos.

Pero tu subes un escalón más, y esa persona se niega a hacerlo, ya las manos han empezado a estirarse y ya no es tan cómodo como al principio, subes un escalón más, y ya el tirón es fuerte, ya no es disfrutable y empiezas a sentir que te frena en tu avance, pero tú quieres que esa persona suba contigo para no perderla.

Desafortunadamente para esa persona no ha llegado el momento de subir de nivel, así que se mantiene en su posición inicial, subes un escalón más, y ya ahí si es muy difícil mantenerte unido, te duele, y mucho, luchas entre tu deseo de que esa persona suba, de no perderla, pero tu ya no puedes ni quieres bajar de nivel.
En un nuevo movimiento hacia arriba, viene lo inevitable, y se sueltan de las manos, puedes quedarte ahí y llorar y patalear tratando de convencerle de que te siga, que te acompañe, puedes incluso ir contra todo tu ser y tú mismo bajar de nivel con tal de no perderle, pero después de esa ruptura en el lazo, ya nada es igual, así que por más doloroso y difícil que sea, entiendes que no puedes hacer mas, más que seguir avanzando, y esperar que algún día, vuelvan a estar al mismo nivel.

Eso pasa cuando inicias tu camino de crecimiento interior, en ese proceso, en ese avance pierdes muchas cosas: pareja, amigos, trabajos, pertenencias, todo lo que ya no coincide con quien te estás convirtiendo ni puede estar en el nivel al que estas accesando.

Puedes pelearte con la vida entera, pero el proceso así es. El crecimiento personal es eso, personal, individual, no en grupo, puede ser que después de un tiempo esa persona decida emprender su propio camino y te alcance o suba incluso mucho mas que tu, pero es importante que estás consciente de que no se puede forzar nada en esta vida.

Llega un momento, en tu escalera hacia convertirte en una mejor persona, en que puedes quedarte solo un tiempo, y duele, claro que duele, y mucho, pero luego, conforme vas avanzando, te vas encontrando en esos niveles con personas mucho más afines a ti, personas que gracias a su propio proceso, están en el mismo nivel que tu y que si tú sigues avanzando, ellos también.
En esos niveles de avance ya no hay dolor, ni apego, ni sufrimiento, hay amor, comprensión, respeto absoluto.

Así es nuestra vida amigos, una infinita escalera, donde estarás con las personas que estén en el mismo nivel que tu, y si alguien cambia, la estructura se acomoda. De hecho, cada personalidad, ocupa un  nivel distinto que los demás, así cada partecita de la verdad, formará la verdad absoluta, de hecho ya es así. Así que sería egoísta, poner al mismo nivel a la eternidad.

A mi me costó en lo particular mucho soltarme, aun después de una fuerte ruptura, seguía viendo para atrás, esperando un milagro, y el milagro apareció, pero no de la manera en que yo hubiera supuesto, apareció bajo otros nombres, otros cuerpos, otras actividades, perdí a una amiga, y gané a 20 mas, perdí un mal trabajo y ahora tengo un excelente trabajo y con oportunidades de tener más de lo que soñé alguna vez, perdí un auto que no me gustaba y ahora manejo el auto de mis sueños, perdí a un hombre al que creí amar, para darme cuenta que ahora lo que tengo en este momento de mi vida, ni siquiera podía soñarlo hace unos cuantos meses.

Cada pérdida, cada cosa que sale, es porque así tiene que ser, déjales ir, y prepárate para todo lo bueno que viene a tu vida, tu sigue avanzando y confía, porque esta escalera es mágica y si no me crees, ¿porque no lo compruebas por ti mismo?

domingo, 6 de septiembre de 2009

Nos abrimos a las grandes cuestiones de la vida

Hoy día, la necesidad de nuestro tiempo está en la necesidad de abrirse a lo esencial de la vida, a las cuestiones más fundamentales de nuestra vida que en muchos de nosotros aún están sin resolver. Es la necesidad de abrirse a buscar el verdadero sentido a la vida.

Este verano leía en el periódico un artículo que decía que la mayoría de las personas pasan más tiempo planeando sus vacaciones que pensando en las cosas verdaderamente importantes de sus vidas. Claro está que las vacaciones tienen una cierta importancia, sin embargo si uno busca una mayor profundidad en su vida se podría preguntar “¿Cuán importante es? ¿Cuán importante es esta cuestión entre las grandes cuestiones que afectan mi vida y la de mi familia?
Yo creo que todos aspiramos a una vida de mayor calidad, de mayor madurez, alcanzar un sentido más profundo a mi existir… personalmente pienso que la espiritualidad del cristianismo nos debiera llevar a esto. Pero sinceramente cuando uno observa un poco su actividad mental durante el día se da cuenta que las preocupaciones que le llevan el tiempo son cosas de menor importancia (imaginarse tener un monitor que hiciese una estadística de en que se centra mi pensar durante el día… uffff!! menudo susto!!). Muchas veces será cualquier problema, un agravio, una irritación, un malentendido, la ropa de otoño que necesito comprar, etc. Ayer en el telediario hablaban de que ahora en septiembre la gente le preocupa ponerse a dieta, matricularse en un gimnasio, etc. El entrenador decía: “Muchos se matriculan y vienen en septiembre, pero para octubre lo dejan”.

Cuando uno está en ello piensa que es lo verdaderamente importante… como por ejemplo el uniforme de los niños o el inicio de su colegio. Sin embargo, uno se puede preguntar honestamente ¿cuán importante es? Pues, cuando recuerde estas cuestiones de hoy en dos meses, ¿las consideraré importantes? Corremos el peligro de vivir en una sociedad de consumo que nos lleva a que en un mes estemos preocupados por otra cuestión que durará otro mes… y así sucesivamente. La imagen que me viene es el de las gallinas picoteando de todo pero no profundizando en nada importante y fundamental para la vida.

Optar por una vida espiritual nos ayuda a abrirnos a las grandes cuestiones de la vida. Por ejemplo: ¿cómo puedo mejorar mi relación con Dios? ¿me doy la oportunidad de disfrutar del momento presente? ¿estoy trabajando por ser la persona que deseo ser? ¿de que puedo estar agradecido hoy? ¿qué significa la felicidad para mi?

Os invitamos a que nos acompañes en el inicio de este nuevo curso e ir considerando aquello verdaderamente importante que nos conduzca a una mayor profundidad y madurez. Le vamos a pedir a Dios que nos ayude al comienzo de este curso a darle tiempo en la oración y meditación para pensar y dialogar con Él las cosas que verdaderamente me atañen.